martes, 25 de octubre de 2011

Inseguridad Urbana

Ahora todos los candidatos a cualquier corporación o cargo público de elección popular incluyen en sus flamantes programas el tema de seguridad, y todo funcionario público que hace balance de su gestión en conjunto con los organismos de seguridad del estado, presenta estadísticas que supuestamente reflejan mejorías en el tema.

Nada más alejado de la realidad, al menos en Ibagué, la realidad es otra, los delincuentes continúan haciendo su agosto: el atraco, el hurto, el asalto a mano armada, el cambiazo, el apartamentazo, el fleteo, la extorsión, el sicariato, la estafa, el raponazo, la venta de drogas, el cosquilleo, son cotidianos. Los ciudadanos, las víctimas, no denuncian en la mayoría de los casos, pues la impunidad policiva y judicial es manifiesta, la policía no acude al llamado del 112, del 123 o de cualquiera de los teléfonos fijos de los mal llamados CAI que existen en la ciudad, porque siempre hay la disculpa de que no hay unidades disponibles, la patrulla no está o están ocupados en casos mucho más graves y lo nuestro no tiene importancia,  en el mejor de los casos, si la llamada entra o es atendida siempre dicen “que ya sale la patrulla para allá”; lo cierto es que o el caso no es atendido o la patrulla llega tarde. Hay falta de autoridad y de mística profesional por parte de los cuadros de mando que no supervisan y exigen a sus subalternos, los agentes salen a sus rondas y ya tienen sus “metederos”, en los apartahoteles, residencias y prostíbulos donde son bien atendidos y hasta pueden echar un “motoso”. Por otro lado, cuando los policías logran la captura, los fiscales y jueces encuentran fallas en los procedimientos, se vencen los términos y en último caso se les da casa por cárcel, que equivale a premiar el delito.

Es cómico escuchar al alcalde de nuestra ciudad dando parte de tranquilidad, debido a que las estadísticas de los delitos denunciados cada vez son menores. Lo cierto es que el único delito que ha disminuido es el secuestro. El delito se ha vuelto informal, no se denuncia, no se contabiliza en las estadísticas, se ha vuelto parte de la cotidianidad. Esto es un mal síntoma, puede conducir a que los ciudadanos se organicen y quieran tomar justicia por mano propia.

Lo cierto es que la ciudadanía está a merced de los delincuentes, al asalariado le roban su quincena antes de llegar a casa, al ama de casa también cuando va a la compra del mercado o al pago de sus obligaciones financieras, el comerciante, el industrial, el campesino, el transportador, etc., siguen siendo azotados por este flagelo. No hay como antes, los policías que patrullaban los barrios, cuidaban los parques y esquinas para evitar el consumo de estupefacientes o el delito contra la propiedad, en resumen no hay una política de prevención del delito, se están limitando a reprimir a unos pocos delincuentes y a presenta estadísticas que no corresponden a la realidad.

Nos preguntamos: ¿Dónde está el alcalde, el secretario de gobierno municipal, los comandantes de policía, el jefe de seguridad del municipio, el personero, los organismos de control? ¿El estamento policial no tiene una dependencia de control interno?

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